Reseña histórica de La Quinta de Bolívar

Publicado:
26
Nov
2012
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La Quinta de Bolívar está ubicada al oriente de Bogotá y la circundan los cerros de Monserrate y Guadalupe.

La casa fue construida hacia 1800.por don José Antonio Portocarrero, quien había adquirido el terreno al capellán de la Ermita de Monserrate, canónigo José Antonio Patiño, por la suma de $150.oo.

Después de la victoria obtenida en la batalla de Boyacá, el entonces vicepresidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander, y el gobernador de Cundinamarca, Don Tiburcio Echavarría, adquieren la propiedad para ofrecerla al Libertador en nombre del pueblo agradecido.

Bolívar habita la Quinta transitoriamente a partir de 1821.

En homenaje que se le rinde con motivo de la victoria de Pichincha, el Libertador conoce a Manuela Sáenz, hermosa quiteña, quien viene a Santafé de Bogotá y ocupa la Quinta por espacio de cuatro años.

Después de la muerte de Bolívar se ve obligada a abandonar el país, para morir en Paita, pequeño pueblo de la costa peruana, en 1856.

En 1830, agobiado por la enfermedad y por los problemas políticos, Bolívar se dispone a viajar a Europa.

Obsequia la casa a Don José Ignacio París, conocido por sus servicios a la causa libertadora y por su lealtad a Bolívar; a la muerte de París, la Quinta pasa a ser propiedad de sus herederos.

Posteriormente, la casa es utilizada para diversos fines; fue sucesivamente colegio de señoritas, cervecería, curtiembre y hospital.

En 1919 la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, preocupada por la restauración de la Quinta, consigue que el Congreso de la República, mediante la Ley 53 de ese mismo año, ordene su adquisición y adecuación, pero mientras ese organismo hace la apropiación, facilita el dinero el doctor Alfonso Robledo.

En 1975 la Quinta es declarada Monumento Nacional, y  puesta al cuidado del Fondo de Inmuebles Nacionales, entidad encargada de la conservación de los edificios pertenecientes a la nación.

En la Quinta de Bolívar

Del Ande en la eminente serranía
este humilde jardín aún espera
el solitario paso del que un día
para nunca volver de aquí saliera.

La sabana allá abajo con sus galas,
aquí arriba los árboles floridos,
y una sombra fugaz en estas salas
como un recuerdo de los tiempos idos.

El era un Dios, pero también cuán hombre!
cuando la libertad se precipita
resuena entre relámpagos su nombre!

El suscita esperanzas gloriosas,
y entre tanto a la loca Manuelita
me figuro mirar bajo unas rosas


Thomas Walsh

Tomado del libro ‘Bogotá, historia común' una recopilación de historias barriales promovido por el antiguo Departamento de Acción Comunal, hoy Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, IDPAC.