Niños indígenas le pidieron perdón a la naturaleza

Niños indígenas le pidieron perdón a la naturaleza. Foto: Néstor Silva. Integración Social
Niños indígenas le pidieron perdón a la naturaleza. Foto: Néstor Silva. Integración Social
Publicado:
18
Mayo
2016
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Cuando se hace un pagamento a la naturaleza los grupos étnicos se reúnen y realizan un ritual en el que se ofrece todo lo que entorno da, como una manera de pedir perdón y buscar una reconciliación con ella. Este bello ritual ocurrió en Bogotá esta semana.

La Laguna Los Tunjos, en Sumapaz, fue el lugar elegido por distintas comunidades indígenas (como Ingas, Misak Misak, Huitotos, Quechuas, Pijaos, Muiscas de Bosa y Suba y Yanakunas) para realizar este ritual.

Esta vez fue muy especial, pues ocurrió en compañía de más de 100 niños pertenecientes a pueblos nativos, como una manera de pedir perdón a la Pacha Mama y hacer un llamado a las personas a cuidar la naturaleza.

“Hacemos una especie de círculo en el cual se ofrece todo lo que naturaleza nos da, como el maíz, el frijol, todos lo que nosotros comemos. Se le hace un pagamento en agradecimiento a la Madre Tierra y eso se ofrece después a la laguna, que tiene un espíritu vivo al igual que toda la naturaleza”, explicó Luis Enrique Tuntaquimba, uno de los sabedores indígenas presentes en la actividad.

Al llegar al lugar los médicos tradicionales y los abuelos sabedores piden permiso a la laguna y al territorio para entrar en él y realizar el ritual. Esta comunicación la realizan a través del tabaco, que van fumando y mentalmente envían sus mensajes. Cada llamado es respondido y entendido en la manera en la que el cuerpo asimila esta práctica. Si no hay un efecto negativo del tabaco sobre el cuerpo significa que la respuesta es positiva, de lo contrario no pueden entrar.

“A partir de ese momento, ya se empieza a hacer la armonización y la limpieza. Nos reunimos en círculo con todos con los niños, danzando, cantando al ritmo ancestral, armonizándonos y limpiándonos para dar esas ofrendas después y así recibir buena energía de la misma laguna y el territorio que nos acompaña”, relató Víctor Jaime Tandioy, sabedor de una de las Casas de Pensamiento.

Para realizar este ritual, es necesario disponer de diferentes instrumentos musicales como el bombo y la quena, además de plantas como tabaco, ruda, guaira, chundú y coquindo. Se necesitan también esteras, velas, flores, vasijas de barro, incienso y semillas, elementos que se disponen de manera circular y son el centro de toda la ceremonia.

Los niños se ubican adelante y los adultos detrás. Todos van cantando canciones ancestrales como ‘Mama India’ y uno de los sabedores entrega a los presentes un puñado de hojas de ruda y orejuela partidas, para que froten sus manos y las limpien antes de entregar las ofrendas.

“Primero tocamos la música, para hacer el llamado a los espíritus. Cuando zapateamos es porque estamos pisando la tierra y le estamos agradeciendo a la Pacha Mama que nos da los frutos que comemos. En el círculo, había alimentos que se estaban ofreciendo para agradecer a la tierra con esas ofrendas. Después, los abuelos sabedores bajan a la
laguna a ofrecerle al agua estos elementos, los entregan y son arrojados al agua para que se los lleve”, dijo Luis Enrique Tuntaquimba.

Mientras los sabedores bajaron a entregar su ofrenda al agua, las mujeres y los niños permanecieron en círculo. Expresaron su agradecimientos por estar en el ritual y por ese espacio que se abrió para las comunidades.

Los niños que participaron en este ritual fueron los encargados de entregar las ofrendas por todas las impurezas de las personas que los rodean. Ellos con sus manos puras y limpias pueden presentar ese regalo que ofrecen los adultos en compensación a las ofensas causadas a la tierra y la naturaleza, que son las que ocasionan desastres naturales como terremotos, derrumbes e incendios.

“No es tarde todavía para empezar a canalizar nuestra conciencia con buena energía y entender que si nosotros destruimos no le vamos a dejar nada a las futuras generaciones. Es un momento de conciencia real, por donde caminas no puedes encontrar basura o desastre, y cuando hablo de basura no me refiero a desechos sino a esa basura real de esa espiritualidad que nos daña a nosotros, esa conciencia que tenemos en muchas ocasiones. Empecemos a cuidar a nuestra Pacha Mama: esto es lo que nos da la vida, de esto vivimos y esto somos”, puntualizó Víctor Jaime Tandioy.

Ximena Higuera Moreno
Periodista - Alcaldía Mayor de Bogotá



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